jueves, 5 de enero de 2012

La motivación también gana medallas

Por: ABELARDO OVIEDO DUQUESNE
Fotos: RAFAEL TORRES ESCOBAR

Las actividades competitivas ya no son menos intensas en las primeras temporadas de los ciclos deportivos. Y los atletas, en numerosas ocasiones, añoran un descanso debido a que están desmotivados. El tema es controvertido, sobre todo porque cada día crecen los calendarios de las federaciones deportivas internacionales. Para ofrecer un criterio científico sobre el asunto, fuimos a la búsqueda del doctor Luis Gustavo González Carballido, vicedirector de Psicología del Instituto de Medicina del Deporte (IMD).

-¿En qué magnitud contribuye la motivación a la vida del deportista?
-La motivación aporta indispensables componentes energéticos y direccionales a la conducta del deportista. En la desaparecida Europa del Este, los estudios sobre el tema se concentraron en la intensidad del motivo deportivo y demostraron que solo las personas verdaderamente fuertes son capaces de movilizar la energía necesaria para entrenar en condiciones adversas y superar marcas y resultados.
“Para evaluarle, generalmente se recurre a dos elementos: la disposición para sacrificar lo que resulte incompatible con la rigurosa ejercitación; y el grado con que se logra reflexionar sobre ese propósito.
“La auténtica motivación parte de las convicciones y de los sentimientos propios, de los fines y proyectos personalmente elaborados por el sujeto. Es posible evaluarla en entrevistas, observaciones, composiciones, completamiento de frases y test de diez deseos. Aunque en los últimos años se han sumado otros procedimientos”.

-¿Cómo un deportista expone su motivación?
-Por espacio de una década (1964 y 1974) se realizaron investigaciones acerca de la fuerza que posee la motivación en la actuación de un atleta. No es difícil distinguir entre aquel que busca evitar un fracaso y quien va decididamente al éxito. La entrega del último es total y la idea de perder ni siquiera la tiene entre las posibilidades, por ello sus movimientos se observan seguros, amplios, fluidos y anticipados.
“Los entrenadores prefieren a un deportista de discretas condiciones técnicas, pero con una elevada fuerza motivacional, a otro virtuoso que no se entregue a la tarea o básicamente busque evitar el fracaso.

“Otro aspecto de la motivación es su carácter intrínseco o extrínseco. Cuando los motivados disfrutan intrínsecamente de la ejecución deportiva, participan en los entrenamientos y competencias por el placer que les proporciona la actividad, se centran en la satisfacción personal sin buscar de manera especial beneficios externos. Disfrutan sintiéndose competentes y con buen control sobre la situación que enfrentan.

“Pero los catalogados dentro de la situación extrínseca, por el contrario, se vinculan más con las consecuencias y beneficios. Su asistencia a entrenamientos y competencias es para obtener satisfacciones no relacionadas directamente con la práctica. Se involucran cuando aprecian que, por esa vía, obtendrán consecuencias positivas o deseables, o evitarían un efecto negativo.
“A mi juicio, es difícil encontrar a uno encaminado solo en una de estas direcciones. Ambas situaciones coexisten, y el predominio de una de ellas —muchas veces coyuntural— determina el desempeño. Esta circunstancia permite al psicólogo indicar una estrategia pedagógica”.

-¿Es la autoeficacia propia del pensar de campeones, como el jamaicano Usaín Bolt o el cubano Dayron Robles?
-La autoeficacia expresa la convicción de enfrentar las tareas impuestas por el medio. Esta teoría surgió en los años 70 del pasado siglo y permitió comprender e influir en la trayectoria del deportista. Frente a una situación concreta, el individuo emite un juicio acerca de sus posibilidades para superar un reto y llega a una conclusión sobre las posibilidades de éxito.
“Tal proceso se nutre de diversas fuentes de información. Quienes gozan de determinada maestría deportiva se remiten a logros anteriores. Los menos expertos acuden a modelos con los cuales se comparan; y también al diálogo interno. Por esa vía tratan de convencerse de sus posibilidades de victoria. Mientras mayor sea la autoeficacia, así serán los niveles de persistencia y decisión, atributos asociados a la superación.

“Esta teoría ofrece particular utilidad porque facilita distinguir entre la expectativa de eficacia del contendiente, y la del éxito. En el primer caso, la persona no busca el rendimiento por sí mismo, sino por el disfrute de la realización correcta, fluida, rítmica y eficiente de sus habilidades. En estos casos él relega a un segundo plano el objetivo de vencer. Tras salir del ‘trance’ que vive durante la exposición competitiva, parece sinceramente sorprendido por la consecuencia.
“La expectativa de éxito, en cambio, manifiesta la búsqueda activa del resultado en sí mismo. El deslumbramiento que provoca la meta y la persecución que desencadena, puede afectar la adjudicación de un elevado alcance. Un balance entre ambas expectativas parece ser lo más adecuado”.

-Sin embargo, Bolt declaró que no estaba en condiciones de batir sus plusmarcas en la temporada 2011. ¿Hay una explicación psicológica para su pesimismo?
-El sentido de esa declaración solo podría determinarse luego de un estudio autovalorativo y motivacional que no poseemos. Los análisis psicológicos son útiles, pero deben ser complementados con pruebas de terreno, convenientemente validadas. Las evaluaciones de laboratorio constituyen aproximaciones a procesos psicofisiológicos básicos, como la velocidad de reacción, y a capacidades potenciales, como la concentración de la atención; pero apenas constituyen un estimado de las posibilidades específicas del individuo.
“Cuando un competidor percibe que sus capacidades son insuficientes para enfrentar la magnitud del reto, muestran preocupación, y hasta ansiedad. Si el desafío parece menor para sus capacidades, si es demasiado fácil, denota aburrimiento y hasta ansiedad”.

-¿Puede ceder en una lid un deportista motivado?
-Un deportista adecuadamente motivado puede ceder ante un contrario más capaz, pero luego de realizar su mejor desempeño. Y morirá con las botas puestas.
-¿El que persevera triunfa en los recintos deportivos?
-En el deporte de alto rendimiento se lucha hasta el final, sin condicionamientos. La perseverancia es uno de los ejemplos que aporta el deportista a todas las personas que luchan por su propia excelencia.

-¿Y hay alguna anécdota sobre la perseverancia de un deportista cubano?
-Tras el desliz en los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996, muchos pensaron que había llegado el fin de la vida deportiva de Javier Sotomayor. Por la calidad y el prestigio del atleta, el equipo interdisciplinario que lo atendía se propuso investigar a fondo sus posibilidades en cada uno de los ámbitos: físico, técnico-táctico y psicológico.
Exploré todos los indicadores y observé que nada había cambiado significativamente su capacidad para concentrar la atención, la velocidad de reacción simple y compleja, la estimación de tiempo de desplazamiento de objetos en movimiento, la adecuación del proceso autovalorativo, tanto general como en el terreno. No había razón psicológica alguna para sugerir la conveniencia de una despedida.

“Observamos un detalle aún más interesante. Él mantenía la atribución intrapunitiva (mirarse internamente de manera crítica). Es decir, nunca imputó al viento, a la etapa de preparación o al entrenador las razones de un rendimiento adverso. Un estudio realizado en el Complejo Hospitalario Ortopédico Frank País, después de los Juegos Olímpicos de Atlanta, reveló que Soto sufría una distribución inadecuada de la fuerza en una de sus piernas. Al darle a conocer que la mayor potencia de su pierna de péndulo en relación con la de despegue, podía explicar el discreto realce en los Juegos del Centenario, respondió: ‘Correcto. Pero yo debí darme cuenta de eso’.
“Quedé impresionado con su respuesta. ¿Hasta dónde un campeón puede sentirse responsable de cada una de sus acciones? Así son los mejores deportistas”.

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