domingo, 12 de abril de 2009

Pentacampeones


Por Abelardo Oviedo

El equipo de Ciego de Ávila superó a su similar de Capitalinos 78-70 puntos en el sexto partido de la postemporada de la Liga Superior de Baloncesto, y conquistó su quinto cetro en la justa anual.

Tal y como se esperaba, desde que comenzaron las acciones sobre la duela de la sala Ramón Font, ubicada en el municipio de Plaza de la Revolución de Ciudad de La Habana, la afición se percató de que el duelo tendría numerosos pasajes dramáticos.

Y así sucedió, pues desde los primeros intercambios los jugadores de Capitalinos manifestaron sus intenciones de alcanzar el tercer triunfo para equilibrar la pizarra, mientras los avileños buscaban también las formulaciones que les propiciaran replicar acertadamente y adjudicarse la victoria que sellara el debate.

Así, durante los dos primeros segmentos del cotejo los integrantes de cada bando realizaron una defensa personal tan efectiva que, en ocasiones, era prácticamente imposible controlar la esférica cómodamente.

Los giraldillos alcanzaron cierto realce en el primer parcial: 39-37, porque sus jugadores de menor talla, los bases, arrebataron varios esféricos a sus oponentes y lograron encestar. Además, el trabajo defensivo sobre Geoffrei Silvestre, el principal artillero de los visitantes, disminuyó el nivel ofensivo de los campeones defensores.

El ritmo de juego creció desde el inicio del tiempo complementario; también resultó más incisiva la defensa sobre los baloncestistas más próximos a la canasta y el final de las ofensivas rápidas fueron concebidas al estilo de los desenlaces de las mejores telenovelas brasileñas. Capitalinos lideró el tercer cuarto por 60-57 unidades.

Los casi seis mil aficionados presentes en el recinto construido en 1991 abandonaron sus asientos a escasos minutos de comenzar el último tramo del choque, pues la porfía tomó un carácter inusitado en todos los espacios de la cancha.

A solo 5 min. 47 seg. del final desapareció la eficacia de los giraldillos para estructurar fulminantes contraofensivas y sus adversarios aprovecharon ese desliz para distanciarse: 68-61 unidades. Pero enseguida aquella ventaja pasó al olvido y la pizarra anunció una igualada a 69 puntos.

Cuando faltaba 1 min. 22 seg. para la conclusión del desafío, ambos estrategas sabían que estaban al borde de una encrucijada mortal. Miguelito Calderón ordenó ejecutar un marcaje zona de presión desde la mitad del terreno, mientras su colega avileño, Omar García, prefería el quehacer personal-presión desde las tres cuartas partes de la cancha.

Los giraldillos acusaron premura en la ofensiva y, por esa conducta, seleccionaron inadecuadamente algunas veces los espacios para tirar a la cesta. Por esos yerros fallaron varios lances y, de paso, abrieron la puerta para que sus contrincantes alcanzaran el segundo pergamino frente a ellos en la polideportiva denominada también como la Casa Linda de Plaza

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