martes, 20 de noviembre de 2007

Azul es el color en la colina




Abelardo Oviedo
Foto Cortesía de la FIVB

Nagoya, Japón.- Los analistas que auguraron la postura de Tito Livio, el severo, en la X Copa Mundial de Voleibol tuvieron razón. Durante quince días -y en ocho escenarios de este país- una docena de equipos de muchachas desplegaron una vigorosísima actividad sobre las duelas en pos de adjudicarse uno de los tres boletos otorgados por la justa para los venideros Juegos Olímpicos.

Un quinteto de América: Cuba, Brasil, Estados Unidos, Republica Dominicana y Perú, asistieron a la cita que, desde la versión de 1981, confiere visas para la máxima fiesta deportiva cuatrienal.
De los cuatro equipos latinoamericanos solamente Brasil pudo adjudicarse un puesto para el máximo torneo de la venidera temporada, aunque últimamente el carácter de su voli-samba se apaga cuando arriba a los pasadizos más exigentes.

Una controvertida actuación acompañó al representativo de Cuba durante la porfía. Esta vez la nación con mayor cantidad de cetros en la liza cuatrienal fue el competidor que intervino en más choques extendidos a cinco sets y en dos de ellos cayó vencido. Esa historia negativa nunca ocurrió en otros cuatrienios. Emerge ahora, por causa de que las antillanas no imponen el rigor necesario.

Hasta el 2000 el partido calificado como “el bueno…el que hay que ganar” lo dominaban, porque las jugadoras involucradas exhibían una concentración fenomenal: levantaban casi todas las pelotas dejadas caer detrás del bloqueo, imponían una respetada barrera sobre la net.
Inexplicablemente, la conducta ha descendido a niveles insospechados; y hace falta recuperarla inmediatamente, pues tendrán lugar varias lides clasificatorias y eventos de alto entorno en la última temporada del cuatrienio.

Perú, por su parte, mostró una caracterización diferente a la de los XV Juegos Deportivos Panamericanos. Entonces ofreció las capacidades de un competidor cuyas variantes estratégicas y tácticas tenían el ensayo requerido para vulnerar al rival. Ahora tuvieron menos cotización, porque resultaron nulos los esfuerzos de la federación peruana para reunir con tiempo a toda la plantilla.

No obstante Enio Figueredo, su estratega, conseguirá el objetivo de armar un combinado similar a aquel de los años 90, muy temido en todas las latitudes del planeta. Su proyección de trabajo es incrementar la población elite de la disciplina en la nación andina.

La ansiedad por los resultados notables también comienza a apoderarse de los seguidores del República Dominicana. Ellos no reclaman un boleto de oro, porque saben que es fuerte el entorno de la disciplina a escala mundial. Sencillamente, desean que las quisqueyanas respondan al fogueo internacional adquirido desde el pasado cuatrienio. Cuando ellas logren mantener la estabilidad emocional sobre la duela, preocuparán a las reinas del deporte, porque es casi imposible desvirtuar un ritmo de juego cuando es vertiginoso.

Como sabemos, la nueva colina de la cita es azul. Italia fue el campeón. Logró el pergamino en calidad de invicto. Según analistas las azurri ahora marcan distancia con respecto a los demás competidores; y hasta algunos aseguran que se aproxima una era similar al voleibol de los varones de aquella nación en la década de los años 80.

Andre Zorzi, el otrora estrella de aquella formación, es uno de los reporteros del Gazzetta de Sport presentes aquí. Dijo: “Este equipo tiene bastantes atletas de altura. Hoy algunas son estrellas de primer nivel, mas lo importante es que poseen una base sólida y ello es importante para el futuro. Este grupo no solo cuenta con una jugadora deslumbrante.

“Ze Roberto, el técnico de Brasil, afirmó que la única diferencia del anterior equipo Italia con el actual es la presencia de la nacionalizada Taimarys Agüero. Barbolini le respondió que Italia ha ganado desafíos cuando ella no ha jugado de manera espectacular, pero no es menos cierto que cuando lo hace a gran nivel, Italia es una imbatible selección.”

Otras miradas se dirigen hacia la normal ambición de Lang Ping, la excelentísima jugadora china. Su contrato con Estados Unidos concluye en la venidera temporada. Ha realizado diferentes proyectos con vistas a contra con una población de jugadoras calificadas, robustas para los Juegos Estivales. Quiere despedirse con un buen lugar, a lo mejor con el título, en el certamen de su país.

Algunas preguntas desafiantes bien vale omitirlas, porque son obvias las respuestas. Los estrategas que regresan a casa con las manos vacías no están frustrados ni mucho menos desalentados. Tras esta brega seguramente dialogarán con sus corazones, conducta que dejaron para la posteridad los sociedades precolombinas de América; en México y Alemania tendrán opciones de conquistar el sueño.

Y a la pregunta obligada todos responderán de la misma forma: “Haremos lo posible por asistir a los Juegos Olímpicos de Beijing. Ponernos a llorar ahora seria muy prejudicial. Las lagrimas impiden ver el camino para alcanzar las estrellas.”

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