sábado, 15 de septiembre de 2007

Flor con pétalos de acero


Jorge Petinaud Martínez- PL
Foto: Cortesía de la IAAF

Moscú.- En el mejor día de su vida deportiva, la cubana Yargelis Savigne impidió en Osaka, Japón, que la rusa Tatiana Lebedeva se convirtiera en la primera ganadora de dos pruebas de longitud en un campeonato mundial de atletismo.
A pesar de su estirón hasta los 15,07 metros, la multi campeona volgogradense quedó relegada al segundo lugar por la triplista antillana, quien registró 15,28 metros.
No obstante, en el día de su primera victoria sobre Lebedeva en esta especialidad, Savigne ratificó su admiración por quien apenas tres días antes escaló a lo más alto del podio en la especialidad de salto largo.

Y es que más allá de los dos títulos mundiales en triple salto al aire libre y otros tantos en pista cubierta, además del doblete en Budapest 2004 cuando añadió el campeonato de longitud, Lebedeva es un extraordinario ser humano.

El mundo la reconoce como uno de los portentos del atletismo universal tras la medalla dorada que consiguió en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 en largo (7,07 metros) y bronce en triple (15,14).

Un año después, tras algunas lesiones, se repuso y logró la corona absoluta entre todas las especialidades atléticas de la Liga de Oro, en la cual ganó el premio del millón de dólares, de los que donó un cheque de seis cifras para niños rusos sin amparo filial.

Nacida el 21 de julio de 1976 en la ciudad centro sureña de Volgogrado, licenciada en cultura física y mayor del Ejército, con 1,73 metros de estatura y 63 kilogramos de peso, es una de las mujeres de más éxito en la historia del atletismo.

Pero el camino no ha sido fácil, dijo a Prensa Latina en su apartamento del Centro de Entrenamiento Olímpico de Kislovods, a mil 200 metros sobre el nivel del mar en el Cáucaso del Norte.

Mientras conversaba, con los dedos índice y pulgar acariciaba un pequeño oso dorado que siempre cuelga como adorno en su cuello.
Hospitalaria y modesta, junto a su esposo Nikolai Mateev y la hija de cuatro años Anastasia, acogió al equipo de periodistas que la visitaron como parte del proyecto Un día en la Vida con…, organizado por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo.

Este oso encorvado es mi símbolo, confiesa. No se encumbra con la grandeza, como muestra su forma de caminar, pero tampoco es débil porque se ha forjado enfrentando obstáculos. Así ha sido mi vida, comentó antes de evocar la infancia en Volgogrado.
Conocí a mi padre por fotos; se fue a los Urales como guardabosques y nos abandonó cuando yo tenía tres años, por eso llevo el apellido de mi madre, Nina Lebedeva, entrenadora de acrobacia.

La campeona confiesa que se hizo adulta en medio de la pobreza y eso la estimuló a esforzarse más desde los 10 años, cuando se inició en el atletismo como corredora.

Hoy me preocupa el futuro de mi hija, nacida en otras condiciones. Tengo el reto de enseñarla a trabajar duro para que con su propio esfuerzo conquiste el futuro, añade.

Voluntad de acero
Lejos de lo que muchos consideran un triunfo, Lebedeva en su fuero interior vivió dos grandes frustraciones en el triple salto de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 (medalla de plata, con 15,00 metros) y Atenas 2004.

El triple es mi vida, mi especialidad predilecta, y tras cuatro años de esfuerzos no logré el objetivo de alcanzar la medalla de oro, pero eso me sirvió de estímulo para entrenar con más dedicación, asegura esta mujer de voluntad de acero.

Descubrí entonces que debía mejorar mi técnica y hacia ese objetivo encaminé todo mi esfuerzo, agrega.

Su motivación era tan grande, que 10 días después de alumbrar a Anastasia en 2002 comenzó a entrenar, y al cabo de dos meses dedicaba ya dos sesiones a su preparación, incluidas las carreras de 50 metros con 20 kilogramos atados a la cintura, bajo alguna que otra nevada.

Por eso cuando al final de la Liga de oro me felicitaban por el premio, mis ojos se humedecían y yo no podía pensar en el dinero; sólo me emocionaba sentirme reivindicada ante mí misma, recuerda.

En aquel inolvidable encuentro de Kislovods, Lebedeva elogió a la actual campeona mundial de triple salto en la liza de Osaka."La cubana Yargelis Savigne es hoy mi principal rival en esta especialidad de cara a la próxima temporada, pronosticó.

Es una adversaria de talento, posee excelente físico, un buen salto y progresa aceleradamente, respondió ante la pregunta de Prensa Latina.
Recordó entonces que sin lograr presea en el mundial bajo techo de Moscú 2006, Savigne ratificó su clase con un meritorio quinto lugar en triple y sexto en largo.

Pero este año en la gira de invierno bajo techo por Europa estableció la mejor marca de 2007 hasta ese momento con 14,80 metros, en Dusseldorf, Alemania, advirtió.

Poco después, en otra escala de la gira, se estiró hasta los 14,85 en duelo con Lebedeva, quien a la postre se impuso con impresionante 15,29 metros.

Considerada una de las grandes revelaciones del atletismo en los dos últimos años, Savigne promete ser la primera cubana en llegar a siete metros en longitud y ya despunta como fuerte candidata a quebrar el récord universal de 15,50 en el triple.

Su irrupción a escala planetaria tuvo lugar en 2005, cuando obtuvo plata en los tres brincos y cuarto puesto en longitud en el mundial de Helsinki, con solo 20 años de edad.

Todos estos antecedentes preocupaban a la gran campeona rusa en el camino hacia Osaka, cuando explicaba por qué entrenaba con tanto tesón.
Tras el triunfo de Yargelis Savigne en tierras niponas, parece cobrar más vigencia la frase que dijo cuando nos despedíamos en Kislovods.
"Me queda pendiente el reto de Beijing 2008 para regresar a Volgogrado con la medalla de oro del triple salto".

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