miércoles, 1 de agosto de 2007

Manos seguras y doradas


Abelardo Oviedo
Foto René Pérez Massola

Todas las acomodadoras del equipo Espectaculares Morenas del Caribe tienen una denominación atendiendo a su comportamiento sobre la cancha. Segura es el calificativo de Ana María García, una de las encargadas de distribuir el esférico en el Campeonato Mundial de 1978 y en otros donde Cuba también accedió al primer lugar del podio de premiaciones.
La Perla del Caribe también la llamaban en los escenarios donde exhibió su maestría la mulata de ojos carmelitas, 1,83 de talla, 83 kg de peso, cuya belleza física cautivó a los aficionados.
Ahora ella pertenece al equipo de Másters de Cuba y cuando está en el terreno los técnicos del alto rendimiento recomiendan a sus alumnas mirar su quehacer, porque todavía sigue tan refinada como durante los 13 años en que fue titular de la selección nacional.

¿Qué tiene de arte el voleibol?


“Mucho. Es un deporte que exige creatividad y eso obliga a una pasadora a engañar constantemente al bloqueador central. Reclama tener parámetros técnicos para cada acción. El atleta debe respetar la autoridad del árbitro.”

¿Algunos recuerdos del Campeonato Mundial de 1978?

“Sabíamos que teníamos un nivel superior al de los equipos de la elite.
En la Copa del Mundo de 1977 ninguno de los observadores pensaba que nosotras podíamos quedar entre los tres primeros lugares. Fuimos segundas.
“Para el mundial entrenamos muy duro. Fue difícil superar a los rivales, porque estaban muy bien preparados.
Llegamos a la discusión de la medalla frente a la URSS con los deseos de sacarnos la espinita de la Universiada’77. Esa es una de las victorias que más he esperado y disfrutado. La considero excepcional.”

¿La derrota en los Juegos Olímpicos de Moscú fue un paso en falso?

“Llegamos con el orgullo de ser campeonas mundiales. Sabíamos lo que significa ese título. Un mes antes habíamos vencido a todos los seleccionados que fueron a esos Juegos Olímpicos. Inexplicablemente jugamos mal frente a Alemania y no clasificamos.
Ese día nos ganaba hasta un equipo juvenil. En muchos lugares del mundo se sintieron decepcionados.
Otros que acudieron a vernos hacer lo de siempre en el terreno y fue todo lo contrario.
“No soy campeona olímpica con medalla pero sí de hecho. Cuba ganó el torneo de Varna’84 y el de los Juegos de la Amistad celebrados en La Habana en ese mismo año. No lo he dudado nunca, y varios ratifican mi criterio de que en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles hubiésemos sido campeonas. En ese ciclo deportivo casi ningún adversario pudo vencernos.”

Se festeja el centenario de la disciplina en la Isla con tres títulos olímpicos en línea. ¿Qué opinas?

“Es la consecuencia del trabajo realizado por las jugadoras de cada generación, no obstante tener menos recursos y participación internacional que otras naciones. Me siento muy orgullosa de ser cubana.”

El elenco de 1978 abrió la senda del triunfo. ¿Son las mejores?

“Creo que sí. Fue el que más se sacrificó por obtener el éxito.”

¿Te gusta el voleibol de hoy?


“Tiene un alto nivel en el mundo, pero el juego se basa en la fuerza. Es menos combinativo. Me parece que el bloqueo, el saque y el ataque definen.
No se defiende tanto como antes. La creatividad es inferior.”

Tu hijo juega voleibol de playa, o arena. ¿Será un buen atleta?

“Quisiera que Alexánder fuera un buen voleibolista y represente a Cuba como su padre (Lorenzo Martínez, integrante del equipo Cuba que ganó medalla de bronce en Montreal’76) y yo. Tiene cualidades, pero debe concederle un poco más de importancia a la preparación física porque tiene habilidades para la ofensiva y el recibo.”

Espectaculares Morenas del Caribe es un mote símbolo para la disciplina. ¿Tú qué consideras?

“Estoy de acuerdo, porque se reconoce que vencimos todas las dificultades en diversas latitudes del planeta.
Refleja dignidad, pues nunca se piensa en el dinero, sino en el prestigio de la mujer cubana. Es una denominación muy vinculada con la ovación del aficionado que estima la entrega de un atleta.”

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