jueves, 16 de agosto de 2007

Adivinos y cartománticos



Abelardo Oviedo

Foto Cortesía de la FIVB

Las discusiones entre los que seguimos la actividad deportiva son una constante. Cuando uno de los dos encartados decide cortarle el rostro al otro, como dicen los argentinos, utiliza la siguiente pregunta: ¿por qué tú quieres que hoy sea igual que ayer?

Y entonces el despelote, tomo otra frase de los sudamericanos, adquiere las dimensiones de mil fuegos artificiales lanzados al espacio sideral.

Por qué escribo esto, se preguntará usted amigo lector. Por supuesto, enseguida se lo explico.
Encontré a Giselle y a su esposo, Martin, en un restaurante de la capital cubana. Ella, como todas mis amigas de la universidad, ya está resignada y soporta mis bromas y provocaciones. Martin tiene la misma conducta, aunque hace poco que nos conocemos.

La formalidad en el diálogo duró unos minutos. Solo ese lapso, porque enseguida la conversación giró hacia la actuación de Cuba en el Grand Prix de Voleibol (GPV), esa competencia anual que en su inscripción siempre figuran varios de los mejores equipos del mundo.

Luego de un diplomático intercambio sobre el clásico, nos trasladamos al circo romano. Cada uno de nosotros dos se convirtió en un gladiador mientras Martin —imagino— se decía: “Estos se aprecian como hermanos, pero defienden con tanta pasión sus enfoques deportivos que emulan con la estoicidad de Espartaco”.

Ella tiró la primera flecha: “Por qué siempre nuestras representantes llegan tan complicadas a la última semana de la ronda preliminar?

Y acertó. En este cuatrienio las muchachas han pasado por oscuros pasadizos antes de adjudicarse el boleto para la final.

Pero, como es habitual, no le permití tomar la delantera e interpuse mi escudo a su saeta: “Empleas para juzgarlas el lenguaje de Tácito, el verdugo de los Césares. Es preferible referirse a que en los tramos intermedios del GPV han encontrado a equipos también pertenecientes al primer nivel de la disciplina; y corren altos riesgos. Esta vez perdieron en dos ocasiones, pero ningún comentario sentenció que arrojaron la toalla”.

Con esa respuesta pensé que había dejado su alforja vacía. Pero Giselle tenía otros dardos en un lugar invisible para mí, por causa de estar muy empeñado en ganar pronto el debate.

Antes de replicar observó el rostro de Martin y adquirió la postura de la diosa griega Temis, el símbolo de la victoria: “En este GPV, nueve de los doce competidores tienen opciones para viajar a NIngbo, China, escenario de la final. Yo descarto al invicto Brasil y a Rusia, pues solo acumula una derrota. Nuestra selección está en el pelotón que conforman los otros siete competidores; y, desde este viernes, en el foro de la isla de Macao, se medirá con Holanda, Estados Unidos y China.

“Solo un esfuerzo notable les posibilitará obtener las dos sonrisas requeridas. Supongamos que dobleguen a Holanda. ¿Quién asegura que pasarán los finos tamices de las norteamericanas y asiáticas?”

Con ese análisis Giselle ejecutó un elegante quite, palabra empleaba en fútbol cuando un jugador realiza un movimiento y ridiculiza al defensor.

Entonces, recordé el consejo de Don Corleone, El padrino, a sus seguidores: “Respétalos y ayúdalos a razonar”. Tomé ese sendero para elevar el glamour ante Martin:

“Tienes razón, la situación es delicada, pero los únicos equipos reconocidos como imbatibles de este a oeste y de norte a sur, han sido las japonesas llamadas La Niñas Magas del Oriente y las cubanas nombradas Espectaculares Morenas del Caribe.

“Las holandesas no concurrieron a las ediciones del 2004 y 2006. La última historia de antillanas y europeas sucedió en el 2005. Entonces las caribeñas— cuarto peldaño— lograron tres victorias ante las alumnas de Arie Sellinger —sextas—. La primera fue por 3-0 sets en Taipei de China; la otra aconteció en Manila, Filipinas, por 3-2. La pizarra favoreció a Cuba, porque en la final celebrada en la populosa localidad japonesa de Sendai el marcador fue de 3-0 parciales.

“Las caribeñas batieron dos veces a las norteamericanas en el 2004: Tailandia-3-2; y en la final efectuada en Reggio Calabria, Italia, por 3-0 sets. En la siguiente campaña nunca figuraron en la misma llave del clásico. Lo mismo sucedió en el 2006. Estados Unidos ocupó en los últimos GP —por el orden— los escaños ocho y siete. Cuba el cuarto escalón.

“Las voleibolistas dirigidas ahora por Antonio Perdomo no han superado a China en este cuatrienio. El último desafío en que les plantaron dura cara a las asiáticas fue en desde la semifinal (2-3) de los Juegos Olímpicos de Atenas. Claro, todo cambia.

“A diferencia de otras versiones, el comportamiento de las chinas, titulares en la capital helénica, ha sido en zig zag. El estratega Chen Zhonghe juzgó así el quehacer de sus jugadoras tras la inesperada derrota ante Polonia: “Nosotros tenemos la suficiente preparación. Al comienzo del desenlace percibí cierto relajamiento. Nuestro servicio resultó muy conservador y pasivo.”

“Comparto tu parecer. Es demasiado precipitado pensar que nuestras jovencitas están condenadas al fracaso. Brasil va en pos de su cuarto título en la cita y, sin embargo, cayó ante ellas en la final del torneo de los XV Juegos Deportivos Panamericanos celebrados en Río de Janeiro, Brasil”, dijo mi amiga.

Ambos nos percatamos de que podíamos —al menos— firmar una paz temporal. Martin, que fungió como neutral todo el tiempo, se apresuró en pedir una tríada de ese exquisito coctel llamado Cuba Bella. Así, además, evitaba la protesta del camarero cuya impaciencia ya se reflejaba visiblemente en su rostro.

Luego, reiteramos nuestro tradicional brindis: ¿por quién mejor que por nosotros?
Y, después, como siempre, ofrecimos nuestras últimas opiniones en la jornada:
Ella: “Quienes emitan su vaticinio y éste coincida con la realidad, lo tildarán de adivino”.
Yo: “Es cierto, pero tal vez muchos se pronuncien luego de visitar a una cartomántica”.
Martin solo escucho las formulaciones. Movió la cabeza de un lado a otro. Quizá así nos advertía que, en la próxima ocasión, renunciaría a la obligada e inexplicable función de juez en que lo habíamos enrolado.

Este trabajo está publicado como Exclusivo en la revista Cubahora

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