martes, 25 de septiembre de 2012

El entrenador de excelencia


El trabajo del DrC. Antonio Eduardo Becali, orden Carlos Juan Finlay, cautivó a los investigadores de varias naciones reunidos en el congreso internacional deportivo celebrado en  nuestro país 

Por ABELARDO OVIEDO DUQUESNE

Nada de magia, ni hechicerías. Ser entrenador de excelencia es una categoría científica a la que pocos pueden acceder en un breve plazo. Incluso, existen pedagogos que dedicaron su vida a la actividad deportiva y nunca conquistaron ese rango.
Dicen algunos que ese lauro está reservado para unos pocos por los Dioses del Olimpo. Otros, más  sensatos, puntualizan que es producto del esfuerzo humano, la dedicación y la entrega sin límites.
El rector de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Antonio Eduardo Becali, llegó al capitalino Palacio de Convenciones con la misma conducta de su rango deportivo: judoca cinturón blanco y rojo y 7mo Dan. Pero cuando le tocó exponer su trabajo científico: “El entrenador de Excelencia en la contemporaneidad del entrenamiento deportivo”, estremeció a todos los concurrentes a la sala 10 del recinto que acogió el VI Congreso Internacional de Medicina Ciencias aplicadas al deporte y a la actividad física.
Como todos los ponentes, inició su intervención con voz suave, pausada, pero luego lo dominó la pasión de la investigación realizada durante  dos décadas. Y entonces el auditórium se estremeció al conocer sus descubrimientos, apreciaciones y conclusiones sobre un tema con plena vigencia en este siglo y los venideros.Luego del encuentro con los colegas del país y los visitantes el ex entrenador de la selección nacional, clasificación femenina, entre el 1994-2004 evitó la altisonancia y tuvo la postura de un alumno respetuoso. Escuchó otros pareceres intervenciones y, más tarde, se dirigió a otros locales del encuentro.
En unos minutos de asueto, el campeón en los Juegos Olímpicos de Verano Sydney 2000 accedió a un diálogo con BOHEMIA y puntualizó: “Un entrenador de excelencia no es una categoría filosófica ni académica, sino una condición que debe poseer un estratega para adquirir rendimientos mundiales y olímpicos. Entre esos indicadores está conocer  la labor que realiza; ser un constante investigador y científico, acorde con las exigencias que hoy exige su trabajo a escala universal.
“Un axioma domina la enseñanza en este momento: “Basta ya de meras intuiciones de los entrenadores; la práctica consecuente es un proceso bioadaptativo y de búsqueda constante. Muchos entrenadores acuden a la repetición de experiencias acumuladas y es impostergable ofrecer una respuesta de otro rango, más armónica con el desarrollo de la humanidad. También es insoslayable el ejemplo personal. Los atletas, y el grupo multidisciplinario que lo acompañan, deben reconocerlo como un líder.
“Otro objetivo a lograr por ellos es convertir la ejercitación en un proceso sistémico, vinculando en ese quehacer los principios del entrenamiento, los medios y métodos que pudieran conducir a su alumno a una verdadera forma competitiva.

Actualmente los países del llamado primer  mundo emplean una novedosa tecnología en función del resultado deportivo, lo cual es inaccesible por los países del Sur. Un ejemplo palpable es la adquisición de simuladores de altitud para obtener el efecto de hipoxia, así como pulsómetros  de alta definición capaces de planificar el adiestramiento por parte del entrenador. Luego de concluir esa acción es posible conocer el comportamiento biológico del organismo, como son los sistemas cardiovasculares y respiratorios.

“La comercialización también juega su rol. El traje de baño utilizado por Michael Phelps  en los Juegos Olímpicos Beijing 2008 costó 3 millones de dólares; y la NASA demoró un año en diseñarlo. Ante fenómenos de esa y otra naturaleza, la fortaleza del Movimiento Deportivo Cubano es la formación y superación de los recursos humanos con un perfil científico de alta resolución, capaz de prescindir de las carencias de tecnología de punta en poder de naciones con una economía elevada.
“Las medallas olímpicas acumuladas por Cuba son una demostración de una ciencia constituida, en vías de adjudicarse envidiables desempeños por causa de la capacidad de sus ejecutores”.

HIPOXIA

En Medicina, la hipoxia es un estado en la cual el cuerpo completo (hipoxia generalizada), o una región del cuerpo (hipoxia de tejido), se ve privado del suministro adecuado de oxígeno.
La hipoxia está generalmente asociada con las alturas, siendo llamada «mal de montaña». También puede ocurrir mientras se bucea, especialmente con sistemas re-respiradores de circuito cerrado, que controlan la cantidad de oxígeno que es respirado. También es un problema a tratar con los vuelos de avión, donde los pasajeros están expuestos a grandes alturas y cambio de presión, solucionándose con sistemas de acoplamiento atmosférico.
Los síntomas de la hipoxia generalizada dependen de la gravedad y la velocidad del ataque. Estos incluyen dolores de cabeza, fatiga, náuseas, inestabilidad, y a veces incluso ataques y coma. La hipoxia grave induce una decoloración azul de la piel o cianosis (las células sanguíneas desoxigenadas pierden su color rojo y se tornan color azul).
La hipoxia puede deberse a diferentes factores: baja concentración de oxígeno en el ambiente, la presencia de algún gas que compite con el oxígeno, por lesiones pulmonares, entre otros.
La hipoxia también está siendo utilizada de forma programada, con buenos resultados a medio-largo plazo, por deportistas que buscan el aumento del rendimiento deportivo como consecuencia de la mejora global del sistema de transporte de oxígeno. El método más empleado es la llamada hipoxia intermitente, el cual, de forma cíclica y por espacios cortos de tiempo, el individuo inhala aire pobre en oxígeno intercalando en cada ciclo recuperaciones con aire ambiente. Para este proceso se utilizan sofisticadas y caras equipaciones que, mediante filtros especiales, generan aire con bajas concentraciones de oxígeno, simulando estancias que llegan a ser de hasta 7500 metros de altitud.
Ese procedimiento aumenta la producción de eritropoyetina y, por lo tanto, la producción de hematies (eritrocitos), hasta que desaparece. El uso de la EPO o de sus similares, como el fármaco eritropoyetina recombinante humana (rHuEPO), está prohibido en el deporte porque se considera como un método de dopaje.

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