miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un ruso ataca desde cancha cubana


Por Abelardo Oviedo
Fotos Rafael Torres
Las ligas mundiales de voleibol (LMV) regalan, además del espectáculo deportivo, revelaciones. El vigésimo cumpleaños de la fiesta anual deparó sorpresas, debido a la fórmula competitiva y a que los inexpertos voleibolistas cubanos se ubicaron entre los cuatro grandes del clásico.

Los antillanos alcanzaron una mayor eficacia para ejecutar la defensa de campo, un aceptable ritmo en la ofensiva, así como otros detalles favorables para tutearse en la ronda preliminar con los fortísimos seleccionados de Rusia y Bulgaria, tanto en casa como en terreno ajeno.

El atacador opuesto Michael el Ruso Sánchez, estuvo fuera de juego por casi dos temporadas debido a una lesión en la columna vertebral, pero su reincorporación propició el avance del elenco criollo en una lid que reunió a varios de los mejores elencos del mundo: Estados Unidos, campeón defensor y monarca olímpico en la ciudad china de Beijing (2008); Brasil, medallista de plata en territorio del gigante asiático; Serbia, subcampeón de la LMV en 2008 y Rusia, tercero en la pasada cita estival. El rendimiento del caribeño de 2,06 metros de talla, 91 kg de peso y 23 años de edad, se ubicó en las siguientes posiciones: anotadores, lugar 12; atacadores, 15; defensa, 18; bloqueo, 32; y servicio 48.

- ¿De cuánta voluntad te armaste para regresar?
-Tuve que esforzarme bastante. Agradezco mucho a los médicos que me operaron. También a Fermín León, fisioterapeuta y rehabilitador del Instituto de Medicina del Deporte; él me enseñó los ejercicios para fortalecer de nuevo la columna y llegar a la Liga sin problemas.
“Confieso que en varias ocasiones me dominó la impaciencia, pues deseaba incorporarme a la preparación y jugar. Pero los entrenadores y mis compañeros de equipo, así como el fisioterapeuta Yoan Aladro, me aconsejaban tener cordura.”

- ¿Cómo estuvieron tus nervios en el primer encuentro de la Liga? ¿Consideras que trabajaste bien?
- Luego de tanto tiempo sin jugar cuesta un poco de trabajo presentarse ante el exigente público de la Ciudad Deportiva y hacer las cosas bien para ganarte el puesto de regular. Mi objetivo en los primeros partidos fue confirmar, mediante un buen ataque, que ya estaba en óptimas condiciones.

-Cuba estuvo en el grupo C, junto a Bulgaria y Rusia. ¿Qué te propusiste para enfrentar esos equipos?
-Mi objetivo era aportar al triunfo, sabía que había perdido un poco de orientación dentro del terreno y tenía menos tiempo de preparación que mis compañeros. Solo pensé en jugar lo mejor posible, buscar un rendimiento, no amilanarme ante los rivales.

- ¿Por qué Cuba rompió los pronósticos?
-Estábamos bien preparados físicamente y queríamos dar gran espectáculo, batirnos, ganar punto a punto. Hubo buena cohesión. El deseo de jugar a buen nivel posibilitó el crecimiento cualitativo. El resultado ante Bulgaria en la primera semana sorprendió a muchísimos seguidores del voleibol en el mundo. No se explicaban cómo fue derrotado un elenco como el búlgaro si la formación cubana la integraban, básicamente, voleibolistas con la experiencia de una sola liga (Wilfredo León, Yoandi Leal y Rolando Cepeda), y yo, recién salido de una lesión.”

- ¿Qué opinas sobre la victoria ante Rusia en su terreno y las dos derrotas frente a Bulgaria en Varna?
-"Siempre pensamos dividir allá con Rusia; el partido que perdimos en cinco parciales nos sirvió para percatamos de que habíamos colaborado con ellos por nuestra falta de concentración, entre otras cosas, y al prestarle demasiada atención a decisiones arbitrales. La preparación para el segundo encuentro fue diferente. Analizamos los videos y los entrenadores trazaron la táctica a seguir.
“Nos convencimos de que podíamos haber ganado todos los partidos. De los cuatro choques tres concluyeron en cinco sets. De todas maneras, el resultado de la subserie sentó un buen precedente: pocos pueden desafiar a Rusia como lo hicimos nosotros.

“En el último encuentro contra Bulgaria hubo deficiencias en el recibo; discutimos entre nosotros; algunos pases no fueron buenos y no nos acercamos al pasador de la manera adecuada. Pienso que también estábamos cansados, pues el día anterior habíamos jugamos un partido de cinco sets.”

- ¿Contra qué equipo prefieres jugar?
-Contra Brasil. Un triunfo sobre ellos eleva la autoestima a cualquier voleibolista, pues son los ganadores de justas importantes en los últimos años. Aún no he disfrutado ganarles porque no estuve en la pasada Copa América, cuando cayeron ante mis compañeros. Juegan como nosotros, son aguerridos, luchadores, más dinámicos que los europeos.

-¿Tendrá Cuba un buen equipo para el Campeonato Mundial y los Juegos Olímpicos?
-Los técnicos de otros elencos ya saben que somos un adversario difícil. Debemos concientizar lo que tenemos, concentrarnos más en cada encuentro; así podremos lograr un mayor nivel de juego y ganarle a cualquiera. Podemos clasificar para esas dos competencias. Llevamos 12 años fuera de los Juegos Olímpicos y es hora de poner fin a esa mala racha.”

“Se partió en dos”
“Recuerdo perfectamente cómo se produjo la lesión en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en el 2007. Su cuerpo quedó paralelo al terreno cuando intentaba realizar un remate y luego cayó. Prácticamente se partió en dos. Cuando se levantó tenía un dolor insoportable en la columna vertebral y en una de las piernas. Sugerimos excluirlo del partido, confesó a BOHEMIA el doctor Rodrigo Álvarez Cambras, director del hospital ortopédico Frank País.

“Cuando regresamos a Cuba le practicamos varias radiografías y una resonancia. Esos exámenes revelaron que las vértebras tres y cuatro se habían fragmentado por la parte posterior. Por suerte el impacto no le afectó la médula, porque la caída no fue hacia adelante.

“Desde el punto de vista quirúrgico estimamos que nada podía hacerse. Primero le recomendamos reposo absoluto. Luego de seis meses de tenerlo inmovilizado le efectuamos una tomografía axial computarizada y no se apreciaba mejoría. Entonces decidimos comunicarle a su familia, al médico del seleccionado, Julio Miñoso, y a él que no podía seguir jugando, pues corría hasta el riesgo de quedarse paralítico.

“En ese instante le mencionamos otras actividades vinculadas al voleibol. Tras la información comenzó a llorar él, su mamá, el padre y su entrenador. También tuve deseos de hacer lo mismo. Esas situaciones son muy delicadas, aunque uno las haya vivido en infinidad de ocasiones.

“Luego de intercambiar con los miembros de mi equipo de trabajo decidimos operarlo. Dijimos a la familia que esa intervención no le haría daño al muchacho, sino que le posibilitaría una vida más estable y quizás… volver al deporte.

“Le insertamos ocho injertos de hueso: entre dos vértebras por abajo; entre las transversas, sobre el cuerpo de las láminas y por las esquinas. Eso nunca se había realizado en Cuba. Ejecutamos una técnica totalmente novedosa.

“A los ocho meses y medio vimos que estaban prendiendo y le permitimos a Michael asistir a un entrenamiento de altura no para jugar sino para que se sintiera en ambiente, estuviera con los compañeros y corriera un poco. Julio Miñoso, el médico del equipo, cumplió bien las instrucciones.
“Un mes después habían prendido todos los injertos y lo autorizamos a jugar, pero aconsejamos que su participación en los partidos aumentara paulatinamente”, precisó el experimentado galeno. Todos los integrantes del equipo médico: Hugo Miranda, Juan Entenza y Manuel Jaca estamos convencidos del retorno de Michael al grupo de los mejores rematadores de Cuba, pues es obediente, como cualquiera de su edad, y perseverante.

“Tuve como paciente a un joven con mucha fuerza de voluntad para afrontar la adversidad y cuya conducta me invitaba a acercármele, porque consideraba que no solo podía ayudarlo desde el punto de vista médico. Michael Sánchez es mi amigo.

“A mi modo de ver jugó bien en la Liga Mundial. Todavía no está en plena forma deportiva, pero seguro hará todo lo posible para brindarle satisfacción al pueblo de Cuba. El regreso del Ruso a la selección nacional es un éxito de la medicina cubana, pues usualmente un voleibolista con una lesión de esa naturaleza abandona la actividad deportiva.”

Sostén eterno
Al concluir la cita continental en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, el matrimonio conformado por el cubano Orlando Prevot y la rusa Olga Buzleva estaba preocupado porque su muchacho abandonó el partido frente a Estados Unidos por una molestia en la columna vertebral y no podían comunicarse con él para conocer el diagnóstico médico.

Al regreso, enseguida lo llevaron al complejo ortopédico Frank País. Ni Álvarez Cambras ni su equipo médico se apresuraron en emitir juicios sin antes investigar en profundidad el caso. El dictamen resultó inesperado y doloroso.
En febrero de 2008, tras una junta médica, les comunicaron a Michael y a la familia que él no volvería al deporte. Fue un golpe demoledor. El joven, que había dedicado gran parte de su vida al voleibol, tenía que dejarlo de improvisto, cuando soñaba tocar la gloria con las manos.

Pero los padres nunca perdieron la esperanza de que su hijo, el chiquillín de la casa, volviera a pisar el taraflex en los más exigentes escenarios de competencias, no como mero espectador, sino pegándole ferozmente a la esférica en busca del punto ganador para Cuba, su patria. Olga y Orlando siempre lo estimularon a seguir. Estuvieron pendientes de cada sección de ejercicios terapéuticos. Entonces añoraban que los huesos de Michael respondieran al novedoso tratamiento que se le aplicaría en el quirófano y luego a la prolongada recuperación.

El 3 julio fue la intervención quirúrgica. En el hospital la madre apenas podía controlar los nervios. Quería que el niño saliera del salón. Después de la espera, el propio doctor Álvarez Cambras le comunicó que la operación había resultado exitosa. Abrazos, sonrisas y lágrimas.Poco tiempo después, en diciembre de 2008, el galeno comentó a Michael: ¿Qué tú crees si le caes a palos a los rusos y a los búlgaros en la Liga Mundial?... Aquellas palabras no impactaron solamente a Michael.

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