lunes, 22 de diciembre de 2008

Magisterio…sabia vigente


Por Abelardo Oviedo
Foto Agustín Borrego

Por muchísimas razones los pobladores de Bejucal sienten regocijo por vivir en esa localidad habanera fundada en 1714. Hace unas semanas creció el sentido de pertenencia de los bejucaleños, porque Carmelo Ortega Miranda, uno de sus coterráneos, fue nominado como Maestro de Generaciones.

Bien merecido acotaría sin dudarlo alguna de las personas que conocieron a sus padres: el gallego Juan y la asturiana Dulce, pues el estratega de baloncesto es un auténtico cubano y, además, una referencia obligada en cuanto a los excelsos resultados del Movimiento Deportivo Cubano.

Recuerdos
El ya septuagenario director técnico ama el deporte, especialmente al baloncesto, “desde que tuve la idea exacta de cuánto significa en la vida del ser humano”. Por más de dos décadas, por solo mencionar un espacio de tiempo, integró los elencos de la localidad ubicada a poco menos de 30 kilómetros al suroeste de la capital cubana.

De aquel segmento de su vida recuerda: “La mayoría de los baloncestistas del pueblo se formaron en el terreno de la escuela pública, pues el director entregaba una pelota en el recreo. Ninguna persona te enseñaba los fundamentos. Uno lo aprendía por cuenta propia. Los que se destacaban pasaban al Liceo y no tenían que pagar el peso por ser socio de esa institución.
“Entonces la Unión Atlética de Cuba convocaba los campeonatos, pero había que pagar la inscripción; y casi siempre no podíamos competir. Asistíamos a los torneos cuando a la Dirección General de Deportes se le ocurría citar; y teníamos que batirnos fuerte porque también participaban los equipos de los clubes existentes en la nación por esa época.

“Ganamos dos campeonato. En una de esas ocasiones se escogió como refuerzo al ya fallecido Andrés “Tamacún” Martínez, ex integrante de la selección nacional por la década de los años 60. Pero como los hombres negros solamente podían jugar baloncesto en la Universidad de La Habana, una parte de la dirección del Liceo rechazó la incorporación. Al final tuvieron que aceptarla debido a que nosotros fuimos intransigentes”.

La vida premió el quehacer laboral de Ortega y fue designado para elevar sus conocimientos en la extinta Unión Soviética. Permaneció un curso en el Instituto Superior de Moscú. Allí adquirió los conocimientos necesarios para convertirse en uno de los técnicos más laureados de América, en la categoría de amateur, y en uno de los más visibles protagonistas de la Época de Oro de la disciplina en la Isla.

Sobre aquella estancia opina: “Fue intensa, pues concurría todos los días a los dos entrenamientos de los equipo nacionales. Un día por semana, durante cuatro horas, intercambiaba con el tutor y debía comunicarle mi parecer sobre lo apreciado.

“Ese tipo de adiestramiento contribuyó a mi formación, porque estaba cerca de los mejores equipos del mundo desde la etapa de preparación general hasta la competitiva. Además, como era invitado a las competencias los técnicos exigían mis opiniones sobre los sistemas tácticos ofensivos y defensivos de los rivales, así como sobre la estrategia del URSS. Alexander Gromelski se preocupaba mucho por mi aprendizaje en ese sentido”.

Camino al éxito
Los puntos más elevados de baloncesto cubano ocurrieron en los años 70. Entre otras razones porque coincidieron en tiempo y espacio un nutrido grupo de jugadores con muy buenas habilidades. Carmelo, asesorado por el soviético Stephan Bautasta y auxiliado por Ernesto Díaz, cincelaron los aspectos requeridos para ganar transitar hacia la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, y al cuarto escaño en el Mundobasket celebrado en Puerto Rico dos años más tarde.

El laureado entrenador explica el camino hacia esos notables segmentos: “Stephan nos examinaba todos los días y se preocupaba hasta por la relación con los muchachos. Viajábamos al desaparecido campo socialista e interveníamos en varios de los torneos que se organizaban en esos países. De esa forma jugábamos aproximadamente 25 partidos. Esos periplos exigían un gran esfuerzo y todavía hoy pienso que nos proporcionaron una súperpreparación especial. De regreso a Cuba jugábamos en España y, pese al agotamiento, ofrecíamos espectáculo”.

Para llegar al podio de cualquier evento de alto nivel los equipos deben mostrar una personalidad. El bejucaleño coincide con ese criterio y afirma: “Los seleccionados cubanos participantes en los Juegos Olímpicos de Munich y el Mundobasket de 1974 tenían personalidad. La adquirieron por lograr el segundo lugar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá y en la Universiada de Turín, Italia; y por obtener el tercer peldaño en los Juegos Deportivos Panamericanos de Cali, Colombia. Allí derrotamos, por primera ocasión, a un equipo norteamericano.

“Antes de aquél torneo olímpico el equipo nunca consideró a un adversario como inaccesible, pues estaba integrado por jugadores con alto nivel técnico para ejecutar una agresiva defensa personal-presión por todo el terreno. Ese detalle, junto a la velocidad y el poder de salto, compensaba la falta de una elevada talla. Solo Cuba tenía esa conducta sobre la cancha”.

En otra vía de formación
Durante casi doce años Ortega formó parte del claustro del Instituto Superior de Cultura Física Comandante Manuel Fajardo. Allí aprendió mejor la diferencia entre preparar un seleccionado y a estudiantes para comunicar los fundamentos y secretos del más dinámico y creativo de los deportes de equipo.

Sobre el transito por esa esfera apuntó: “Fue una etapa dura. Resultó menos traumática por la ayuda del fallecido José Perkin. Él fue el único hombre de piel negra que conformó un equipo nacional antes del triunfo de la Revolución. Siempre me recordaba que enseñaba a futuros a profesores de educación física. Tuve alumnos de distintos deportes y jerarquías deportivas, pero nunca me detuve en ese aspecto. Buscaba la manera de tener la paciencia necesaria para enseñarlos bien”.

Pero sigue en la ola
Oficialmente Carmelo es un trabajador jubilado. Pero no está retirado. La realidad corrobora que aquella resolución fue solo un acto formal, porque es usual escuchar esta afirmación: “Chico, a Carmelo lo puedes encontrar en el Cerro Pelado, en un partido del Torneo Nacional de Ascenso o de la Liga Superior”.

Además, sigue mirando los toros desde delante de la barrera, pues funge como jefe de la comisión técnica del país y asesor de la preselección nacional de varones. Al referirse a la temporada de la Isla puntualizó: “Está bien concebida y posibilita reanimar la disciplina desde la base, desarrollar muchos jugadores, árbitros y técnicos. En estos momentos contamos con 30 jovencitos sometidos a un intenso proceso de aprendizaje. En el 2010 algunos de ellos podrán integrar la selección de su provincia y la nacional.

“El final de la campaña también sufre modificaciones y eleva la espectacularidad. En esta los elencos clasificados para la Liga Superior podrán escoger a dos jugadores de los restantes. Esas inclusiones los fortalecerá y crecerá el nivel cualitativo del campeonato”.

Un parecer, preferencias y una recomendación
Invitado a ofrecer su parecer sobre la nueva faz de su deporte Ortega sentenció: “El baloncesto contemporáneo es diferente. Han variado las reglas. Ahora solo se dispone de 24 segundos para tirar a la cesta y ello implica jugar más rápido, simplificar los sistemas tácticos. En la actualidad solo tres jugadores terminan las acciones ofensivas. Es la disciplina con mayor desarrollo a escala mundial y mantiene la preferencia entre los aficionados por su constante espectacularidad”.

Tampoco demoró en brindar sus equipos extranjeros preferidos: “De Latinoamérica Argentina; y de Europa España. Los representativos de esos países siempre conquistan buenos rendimientos en los clásicos importantes”.

Y como buen entrenador y profesor decidió hacer una reflexión sobre el elenco de otra nación: “Sería interesante estudiar qué se hace en Lituania, pues siempre figura entre las cinco primeras, a pesar de tener menos población que los mencionados”.

Imperecedero orgullo
Aunque no lo declaren, todos los entrenadores guardan en un lugar especial un documento donde reflejan las situaciones agradables y decepcionantes. Carmelo soslayó indicar dónde guarda su dossier y confesó: “Uno siempre recuerda los hechos importantes como jugador y al frente de un combinado. Estoy orgulloso de aquellos muchachos porque hoy son profesionales capacitados, responsables, admirados. La disciplina exigida para alcanzar aquellas victorias también les sirve para acceder a importantes metas”.

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