Avileños y camagüeyanos en la última pugna

Por ABELARDO OVIEDO DUQUESNE


Una temporada tras otra el equipo de Camagüey quedaba excluido de la final, pues lo superaba el Ciego de Ávila, su vecino, en la semifinal. Pero en esta campaña cambiaron las cosas, los agramontinos terminaron en cuarto peldaño de la etapa regular y Capitalinos, campeón defensor, en el segundo. Esas ubicaciones propiciaron que en la penúltima fase de la cita anual debatieran giraldillos y jaguares.

Los pronósticos señalaban la victoria de los azules, dueños de seis pergaminos de la cita instaurada en 1993. Pero la duela de la polideportiva ciadita Ramón Font mostró otra realidad. Los alumnos de Leonardo Pérez en esta oportunidad, sobrepasaron 82x81 a sus anfitriones en la cuarta fecha del tramo; y conquistaron el derecho para discutir, desde el 22, el cetro frente al Ciego de Ávila, que sobrepasó en tres jornadas al Matanzas.
El debate fue duro desde su inicio. Los visitantes destruyeron el marcaje por zona de sus rivales, por intermedio de una notable efectividad en los lances desde la media y larga distancias, así como una marcada concentración para realizar la defensa. No obstante lideraron la primera mitad 46x39 puntos.

Desde que comenzó el tercer período, los agramontinos mantuvieron la distancia de 10 puntos en la pizarra, gracias a un vertiginoso desempeño ofensivo y decisión para luchar por lo rechaces. Pero como los alumnos de Miguelito Calderón mantuvieron la actitud de un triunfador, solo alcanzaron una ventaja de de 67x65 unidades.
En el segmento conclusivo, aumentó la intensidad del juego y subió de tono el comportamiento. Por esa razón surgieron pequeños conatos. Los camagüeyanos perdieron el concepto del buen hacer y sus adversarios aprovecharon para tomar ventaja de 73x72.
A tres minutos del adiós, surgieron varias igualadas en el marcador. Cerca de escucharse el silbatazo definitivo del cotejo, disminuyeron ostensiblemente las opciones para seleccionar un espacio para lanzar cómodamente la esférica. Los visitantes cobraron las inexactitudes de sus contrincantes a 14 segundos de la despedida, al agenciarse dos veces la esférica; y cortar bruscamente una ofensiva rápida y quedar sin sanción por esa desmesurada acción.